martes, 16 de julio de 2013

Joaquín Gallegos Lara

Núñez Valverde Fabián
El preclaro escritor guayaquileño Joaquín Gallegos Lara, nace por el año de 1911 y posteriormente fallecerá en 1947 en la misma ciudad donde nació: Guayaquil. Si bien, su vida no fue para nada fácil, tampoco lo fue el contexto  social e histórico en el que transcurre su vida, me refiero a las distintas convulsiones políticas y sociales que se suscitaron alrededor del mundo en el período de 1911 a 1947 toda la vida de nuestro escritor que nunca se mostró ajeno a éstas.
Admirable desde el principio siempre fue un luchador como los que ya quedan pocos, fue autodidacta leyó toda clase de literatura tanto a los clásicos como a los de su tiempo lo que le da un estilo singular a sus narraciones que nos atrapan desde un principio.
A pesar de su imposibilidad para caminar por una deformación que poseía, recorrió las calles de Guayaquil y Cuenca a espaldas de un ayudante, en busca del sustento, además que buscaba ver de cerca los problemas de “la gente de veras” como él los llamaba a la clase trabajadora,  al montuvio,[1] a ese obrero explotado, verdadero caldo de cultivo para sus narraciones que nos pintan el paisaje más hermoso de la naturaleza y en contraposición nos revela también la cruda naturaleza del hombre trabajador de clase humilde o lumpesca.
Un hombre sensible y trabajador, Lara es recordado por su amigo José de la Cuadra cuando visitó la ciudad de Cuenca “ha venido sobre la espalda corvada de los indios por los escarpados senderos” a éste último le debemos la recopilación de la obra dispersa de Lara.
Para Galo René Pérez en su “Pensamiento Y Literatura del Ecuador” libro utilizado para este corto ensayo, asegura que cae en la truculencia por cuidar mucho de su técnica y estilo. En la única novela que posee Cruces sobre el Agua aún su prosa se muestra temerosa en relación a sus contemporáneos, pero con su madurez y ejercicio continuo le vale un lugar dentro de la narrativa Hispanoamericana.
Como expresamos anteriormente su vida se tornó difícil por la deformidad en las piernas que poseía, pero de ninguna manera esto le impidió vivir y ser un observador crítico de la naturaleza y la sociedad de sus días, en su novela Cruces sobre el agua nos muestra un personaje llamado “Malpuntazo” personaje que alude su condición física real, demostrándonos también el descontento e inseguridad que sentía Lara por tal condición física.  
Otra de sus obras que es muy conocida es uno de sus cuentos que consta en el libro: Los que se van de varios autores ecuatorianos, este cuento es el Guaraguao cuento que de entrada nos atrapa por sus personajes de figura curiosa, cada palabra de esta obra corta no está demás es de un valor estético y estilístico precisos como los engranes de un reloj, aquí el autor nos describe una profesión no muy común, un personaje negro con un nombre tampoco nada común (Chancho Rengo) que vive solamente en compañía de su ave un guaraguao, esta ave le presta no solamente sus servicios de transportar las aves caídes por la escopeta de Chancho Rengo, sino que, tiene un afecto por su amo sincero y leal a diferencia de sus congéneres. Joaquín Gallegos Lara si bien, según lo dicho en la visión general preliminar de este texto tenía un apego a la realidad del trabajador, tanto es así, que trabajó en la ciudad de Cuenca y Guayaquil, conoce bien la forma de ser del trabajador, su lenguaje, las diferencias que hay entre los mismos trabajadores según el trabajo que realicen como  muestra de ello en su cuento el Guaraguao se vale de un personaje –Chancho Rengo-, lo muestra solitario, huraño pero a pesar de ello una persona humilde que vive a diario,  que por pereza de hablar o discutir no le interesa ganar más de lo que necesita para él y para su guaraguao, ¿no son acaso estas características lo que veía Lara en la clase trabajadora de aquella época? En este cuento corto encontramos características vigentes hasta nuestra época como: la amistad del hombre y la naturaleza, la codicia desmedida por el dinero, las supersticiones, la explotación descarada y consciente al trabajador, el desinterés por los otros, constituyen las líneas que pintan el paisaje del Guaraguao, que nos muestran de forma directa, la sensibilidad y manera de pensar de Lara, su narrativa clara y precisa acompañada de lo real-objetivo de la sociedad de aquel entonces, en parte denuncia y en parte emotividad, sin dejar de ser a la vez creación pura que nos embelesa y sorprende.
         




[1] José de la Cuadra tomó este y los derivó del latin vita y no como la original palabra montis- bio.

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